lunes, 28 de octubre de 2013

¿Me escuchas?

A la hora de hacer algunas vidrieras, y el arte en general, hay que dejar volar la imaginación. Es como dejarse llevar. Cada uno en nuestra manera de ser, diferente, hacemos cosas que otros es probable que no entiendan, aunque para nosotros sea normal y nos guste.

O simplemente no vean lo que hemos creado. O no nos oigan cuando hablemos. Que malgastemos palabras con quien creemos que nos escucha.
 
Quizás sea eso, que no escuchan nuestra voz. Que estén demasiado lejos o demasiado sordos.

O nosotros demasiado mudos y muertos y desquiciados y tristes y desahuciados. Quizás nunca les hablamos.

Si nos escucharan, les diríamos que de qué sirve enamorarse si cuando el amor se acaba sólo quedan fotografías rotas, y que como se puede romper a alguien que amaste.


Que si no sería mejor ser amigo del que amas y amante del que no tanto. Y pediríamos que nunca nos amasen.

Al final les preguntaríamos "¿Me escuchas?" Y como no contestarían, les dejaríamos escrita esta nota, aunque a duras penas si entiendan nuestra letra.



 
El texto de hoy es una adaptación de una nota que publiqué en facebook hace cerca de un año







lunes, 21 de octubre de 2013

Amor verdadero

No hay amor más intenso que el que sentimos por nuestros hijos.
Recuerdo perfectamente cada uno de mis dos embarazos, las 39 semanas que llevé conmigo a mis hijos. Sentir sus corazones latiendo dentro de mi me convertía en heroína, fuerte, capaz de todo. Sus latidos me hacían compañía en cada momento, nunca estaba sola. Éramos una persona dentro de la otra.


El día de su nacimiento fue tan intenso, ver sus caras, su primera mirada, la explosión de amor y felicidad fue tan grande que me hizo olvidar el dolor que sentí minutos antes.
Sus primeras palabras, sus primeros pasos, su primer baño...de repente la casa se inundó de sonidos y alboroto, de risas y llantos, de princesas y dinosaurios, de "te quieros" y abrazos prolongados, de intensos debates sobre "Pepa Pig" y carreras de coches por los pasillos.

La angustia y el miedo cuando se ponen enfermos también es más intenso, y la impontencia cuando sentimos que ante determinada situación no les hemos protegido lo suficiente, también es mayor. Pensar que mis hijos crezcan sanos y felices es mi mantra. No deseo otra cosa de manera más ferviente en este mundo, no quiero nada material, sólo que sean felices y se sientan amados. Que cuando crezcan sean personas consecuentes, responsables, honestas, amables y generosas, virtudes que cada día nos cuesta más encontrar. 

Agradezco cada día la bondad y la alegría que les inunda y me siento orgullosa de cada acto correcto que realizan. El trabajo es duro, mucho. Son como árboles que hay que regar y cuidar para que crezcan sanos y fuertes, quitando las ramas insanas que pueden estropear su desarrollo.

Y hoy, que es un día especial, al menos para Jimena, esta entrada va dedicada a ellos. A Jimena, que es tan valiente, tan tenaz, tan preocupada por todos, tan perseverante, tan simpática, tan generosa, tan princesa...y a Nicolás. tan trasto, tan amoroso, tan meloso, tan feliz, tan despreocupado, tan intelectualmente inquieto, tan divertido...que son lo mejor de mi vida y que si hay algo que ser madre me ha enseñado, es que mi amor hacia ellos crece y se mutiplica cada día.

domingo, 13 de octubre de 2013

Música y alma

Me encanta la música, la buena música. Todos sabemos que la implicación de los sentimientos en la música es bastante clara... blues, jazz, reagge, una guitarra afilada que te punza el alma, que te eriza el vello del cuerpo. Son demasiadas las canciones que logran removerme la fibra sensible.

 

 ¿Cuantas veces nos hemos idenificado con la letra de una canción? Hasta tal punto, que nos influye en nuestro modo de pensar y actuar. Las emociones que nos provoca en ese momento son sacudidas del ánimo, de recuerdos, de deseos, de sentimientos, de pasiones...
 
Sólo de pensar en las sensaciones que podemos llegar a experimentar...como se potencia el amor con la baladas románticas, o como nos molesta unos acordes mal tocados o desordenados, la ira que provoca. En el cine es un apoyo fundamental, para meternos más miedo (la banda sonora de Psicosis o El Exorcista), para alegrarnos (como Amelie o La vida es bella) o divertirnos (¿Os acordáis de la de La Pantera Rosa, o La vida de Brian?), Está claro que sin la música, nuestras películas favoritas no serían lo mismo.


En cierto modo, la música es como una compañera inseparable que está en todos los momentos de mi vida: en los tristes, en los alegres, en los divertidos, en los que necesito "caña", en los que necesito libertad ¡Cuantas sensaciones experimentamos! ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en lo que llegamos a sentir? Brotan grandes sentimientos, sin duda.


Sin llegar a definir ningún tipo de música, hablando así, en general, o de vuestra favorita ¿Qué sensaciones os provoca a vosotros?

 
Por cierto, no puedo evitar cerrar la entrada de hoy con una canción que rememórabamos el sábado con gran amiga Inés, estupenda para comenzar un lunes: Se muy feliz y  Mira siempre el lado brillante de la vida.

lunes, 7 de octubre de 2013

Bichos

 
No me gustan los bichos. Son necesarios, lo sé, pero me dan una grima horrible. Cualquier ser vivo que tenga más de cuatro patas y además vuele, no es de fiar, os lo digo yo.

Ni siquiera las mariposas, que de lejos son tan preciosas, tan adorables, tan bucólicas mientras revolotean de flor en flor y sin embargo las ves de cerca y dan un repelús!! Incluso hay una mariposa nocturna que la llaman la mariposa de la muerte y que es del tamaño de un murciélago. No hace nada, obviamente es inofensiva, pero solo el tamaño que se gasta semejante polilla, paraliza.

Me vienen a la memoria muchas de las ocasiones en las que me he asustado, escenas llenas de pánico en las que he gritado de puro terror. Recuerdo un día, mientras hacía el Camino de Santiago, como sentí en el brazo un pinchazo. Pensé que me había picado una avispa, tiré el palo a un lado y salí corriendo y gritando como una histérica, cruzando la carretera y todo... resultó ser la cincha de la mochila que me rozada. Patético, lo sé.

En otra ocasión rompí el frontal extraíble de la radio del coche al encontrarme una cucaracha en el suelo de la entrada de mi primera casa. Era verano, llevaba sandalias y ese bicho horrible tenía que morir, pero en milésimas de segundo pensé en el "crunch" que haría si la pisaba, demasiado cerca de mi planta del pié, así que me lié a porrazos con el frontal de la radio mientras gritaba "¡¡Muere!". Pagué un precio muy alto, a partir de entonces sólo sintonizaba Radio Olé.

 

 También recuerdo de una manera bastante espeluznante las escolopendras de El Coto, algunas de un tamaño tal, que creía que se comían a vacas enteras. Más tarde me enteré que son capaces de atacar a un ratón y zampárselo...ideal. Las recuerdo tremendamente agresivas, enormes, gordas, con miles de patas y esos bigotes...brrr!! Cada mañana teníamos que mirar los zapatos para no llevarnos una sorpresa al calzarnos, que las muy melindres buscaban el calorcito y allí se refugiaban.
Tengo muchas más anécdotas, pero las dejo para otra ocasión. Así que desde aquí mi más profunda admiración a todos aquellos animalillos que se los comen con tanto gusto que se relamen y todo.
Y vosotros ¿Sois de los que os paráis a coger cualquier escarabajo y meterlo en un bote o corréis como alma que lleva el diablo en cuanto veis uno? ¿Cúales son vuestras anécdotas?