lunes, 19 de diciembre de 2016

Egoistas generosos

Me diste lo que querías para ti.
Te di lo que quería para mí.
Ni tú ni yo acertamos.


domingo, 18 de diciembre de 2016

Envejecida juventud



Hace algunos años que es oficial. Envejezco. Y no es que lo lleve mal en absoluto, pero tampoco lo llevo bien, para que engañaros. Envejezco y mentiría si dijera que formo parte de ese grupo de personas que afirman que a una determinada edad se alcanza la plenitud o que adora sus arrugas porque las considera líneas de vida, aprendizajes o lecciones. Incluso me cuesta distinguir esa línea divisoria que existe con otras personas; no logro pasar desapercibida,  amoldarme a la cubierta anatómica , mezclarme con las mujeres de mi edad y seguir las conversaciones como una autómata. Yo no. Al menos hoy.



Me hubiera encantado decir lo contrario, pero no. Y ya puestos confieso que no me siento ni más sabia, ni más plena, ni más realizada ni más nada. Al contrario, cada vez me noto más hambrienta de vida, noto que me faltan horas al día y días a la semana. Cada vez me escurro más y me pierdo en mis caóticos días importándome un pepino los juicios ajenos. Me jode sentir que estoy tan agotada como sedienta, que la vida se me queda corta y larga a la vez.



Desaprendo cada día un poco más, y al hacerlo es cuando realmente cierro los ojos al sol y me siento un poco más aliviada.



martes, 6 de diciembre de 2016

De azul sonriente



¿A quien no le gustan los días festivos? A mi me encantan, no madrugo tanto y me gusta envolverme en el remolino desordenado de las sábanas calentitas. Desayuno despacio (más todavía), tardo en hacer la cama y remoloneo en los quehaceres domésticos.
Hoy, además, el día se ha despertado azul, de ese azul limpio y sonriente, tan balsámico... Hoy hemos decidido los niños, Haru y yo salir a pasear sin prisas, sin peso y sin preocupaciones. Las he aparcado en el arcén de los días grises para poder descansar con mi gente. Unas horas sagradas de orden, calma y luz. Por mi, que las prisas, el vértigo, la crispación y la angustia revienten en mil pedazos.
En días tan luminosos como el de hoy lo veo todo más claro. La esperanza debe tener pies, me digo, ha de crear camino, porque si no ¿Qué sentido tiene todo?