Julián Podmore |
Los dos habían dado la vuelta al mundo, pero en direcciones opuestas. Y, cuando sus espaldas se encontraron, supieron que el viaje había terminado.
Hablaban un extraño y antiguo idioma que nadie había oído jamás. Es posible que ni siquiera ellos... Pero, cuando se miraban a los ojos, las palabras, convertidas en pequeños y malignos duendes, les susurraban al oído su propio significado. Y entonces reían, y reían, y reían... Nadie era capaz de pararlos. Ni los trenes de mercancías, ni los semáforos en verde, ni los gritos de auxilio, ni las mujeres embarazadas, ni los abogados en paro. Ni siquiera los esposos celosos. Reían, y reían, y reían...
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Entonces, él le cogió una mano, la miró a los ojos, y le dijo: "Gracias. Adiós."."
Lo intenta, Coque Malla
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