Hoy, además, el día se ha despertado azul, de ese azul limpio y sonriente, tan balsámico... Hoy hemos decidido los niños, Haru y yo salir a pasear sin prisas, sin peso y sin preocupaciones. Las he aparcado en el arcén de los días grises para poder descansar con mi gente. Unas horas sagradas de orden, calma y luz. Por mi, que las prisas, el vértigo, la crispación y la angustia revienten en mil pedazos.
En días tan luminosos como el de hoy lo veo todo más claro. La esperanza debe tener pies, me digo, ha de crear camino, porque si no ¿Qué sentido tiene todo?
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