¿Nunca has pensado que somos como camaleones? Pero menos hábiles... Como uno que se camufla entre las hojas de un árbol llamado trabajo. Un camaleón que se pervierte, finge y se acoraza. Como tú cuando te escondías entre la maleza, buscando un refugio en el que esconderte, a pesar que nada es tan hostil como piensas.
Anoche dormí mal por el calor. Intentaba ocupar mi mente con cosas recurrentes a ver si se aburría. Y me volví a dar cuenta que siguen estando llenos de ti algunos ratos. Y pasabas fugaz por mi desnudo, porque ahora duermo desnuda, sabes, por fin, tan libre, tan suelta, sin nudos ni ataduras que me dejen el alma marcada.
Y con alas para querer volar y poder hacerlo sin condiciones y verte seguirme a todas partes. Que ya sabemos todos que no me sigues tú, pero sí el que inventé. Míralo, tan risueño, tan consciente, tan libre y tan desnudo también.
¿Pueden los camaleones dejar de hacerlo? ¿De camuflarse? ¿Tú qué dices?
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